Después de pronunciar un discurso ante la elite política estadounidense en el Congreso,  el Papa Francisco se dirigió al centro caritativo James Cardinal Hickey vinculado a la parroquia de San Patricio, en el centro de Washington.

Este centro presta asistencia sanitaria a indigentes y migrantes un districto, el de Columbia, que tiene el mayor índice de sin techo de todo el país en comparación con la media de los otros estados y en una de las metrópolis estadounidenses que encabeza el ranking de ciudades con alta concentración de pobreza.

El Santo Padre eligió ese lugar para denunciar que hoy en día "no hay ningún tipo de justificación social, moral o del tipo que fuese  para aceptar la falta de alojamiento"

Allí el Papa se reunió con 200 personas sin techo, a quienes agradeció por recibirlo y los invitó a rezar con él, pidiendo que los acompañen con su apoyo y su cercanía.

También les dijo que su situación de homeless le recordaba a aquel momento en la vida de San José, cuando estando de paso por Belén, no encontró alojamiento para él ni para María, que dio a luz a su hijo y tuvo que acostarlo en un establo.

Además,  les recordó que ante situaciones injustas o dolorosas, la fe aporta esa luz que disipa la oscuridad. “Al igual que a José, la fe nos abre a la presencia silenciosa de Dios en toda vida, en toda persona, en toda situación. El está presente en cada uno de ustedes, en cada uno de nosotros”,.

Y les aseguró que uno de los modos más eficaces de ayuda que tenemos "lo encontramos en la oración. La oración nos une, nos hermana, nos abre el corazón y nos recuerda una verdad hermosa que a veces olvidamos. En la oración, todos aprendemos a decir Padre, papá, y en ella nos encontramos como hermanos. En la oración, no hay ricos y pobres, hay hijos y hermanos".