09/11/2015
El sábado 7 de noviembre el Papa Francisco recibió en la Plaza San Pedro a 23.000 miembros del Instituto Nacional de Previsión Social Italiano (INPS), acompañados por el Presidente del instituto, el Profesor Tito Boeri.
El Santo Padre aprovechó de esta ocasión para reiterar la necesidad de defender los derechos vinculados al trabajo y, en particular, el derecho al descanso, a la pensión de jubilación, a la asistencia a la maternidad que están "basados en la misma naturaleza de la persona y su dignidad trascendental''.
El Papa subrayó que el descanso tiene 'una prerrogativa única: la de no ser una mera abstención del esfuerzo y la fatiga diaria, sino una oportunidad para vivir plenamente nuestra condición de criaturas que Dios mismo elevó a la dignidad filial. La exigencia de "santificar" el reposo se une, por tanto, a la- revivida semanalmente el domingo -de un tiempo para ocuparse de la vida familiar, cultural, social y religiosa''.
Sin embargo, el Pontífice se refirió a las complejas situaciones del mundo del trabajo en nuestros días, desde el paro a la precariedad de garantías para los empleados, para destacar que "si la situación de desempleo, de injusticia social, de trabajo clandestino, de precariedad es tan fuerte ¿Cómo se puede descansar?"
A ese respecto, el Papa Francisco afirmó: "Es vergonzoso... Hay gente que dice: ¿Quieres trabajar?...Muy bien. Empiezas en septiembre hasta julio y, luego, en julio, agosto y parte de septiembre no comes, no descansas... Esto es lo que pasa hoy. Y pasa en todo el mundo, aquí también. Descanso porque hay trabajo. Si no, no se puede descansar''.
Luego, el Papa señaló que hasta hace poco era normal asociar la jubilación con la llamada tercera edad, en la que estaba previsto gozar de un merecido descanso y ofrecer sabiduría y consejo a las generaciones más jóvenes. Sin embargo ''nuestra época ha alterado significativamente estos ritmos. Por un lado, la eventualidad del descanso se ha anticipado, a veces se ha diluido en el tiempo, a veces es renegociada hasta extremos aberrantes, como el que llega a desnaturalizar la hipótesis misma de un cese del trabajo. Por otra parte, nunca cesan las necesidades de atención, tanto para los que han perdido el trabajo o no lo han tenido nunca o para aquellos que se ven obligados a interrumpirlo por varias razones... Uno interrumpe el trabajo y se queda sin asistencia sanitaria''.
En ese sentido, resaltó la tarea de institutos como el INPS que es justamente la de contribuir a que no falten las subvenciones indispensables para la subsistencia de los trabajadores en paro y de sus familias.
Por eso, dirigiéndose a los miembros de este institudo los instó a ''que no falte en vuestras prioridades la atención privilegiada al trabajo de las mujeres, además de la asistencia a la maternidad que siempre debe proteger la vida que nace y a quien la sirve diariamente. Que nunca falte la seguridad para la vejez, la enfermedad, las lesiones relacionadas con el trabajo. Que no falte el derecho, y subrayo el derecho porque de esto se trata, a la jubilación''.
Además, explicó que '' trabajar significa prolongar la obra de Dios en la historia contribuyendo a ella de manera personal, útil y creativa" y, por lo tanto, les aseguró que "apoyando el trabajo apoyáis esa obra. Además, garantizando una subsistencia digna a los que tienen que dejar el trabajo, afirmáis la realidad más profunda: el trabajo, de hecho, no puede ser un mero engranaje en el mecanismo perverso que muele recursos para obtener más y más ganancias."
" Por lo tanto no puede prolongarse o reducirse en función de la ganancia de unos pocos y de formas productivas que sacrifican valores, relaciones y principios. Esto se aplica a la economía en general..e igualmente a todas las instituciones sociales, cuyo principio, sujeto y fin es y debe ser la persona humana'' advirtió el Santo Padre.
Y finalmente, instó a ''no olvidar a la persona: este el imperativo. Amar y servir a la persona con conciencia, responsabilidad y disponibilidad. Trabajar para los que trabajan, sin dejar de lado a aquellos a los que gustaría trabajar, pero no pueden. Y hacerlo no como una obra de solidaridad, sino como un deber de justicia y de subsidiariedad. Sostener a los más débiles, para que a nadie le falte la dignidad y la libertad de vivir una vida verdaderamente humana''.