Por considerarlo de interés, se efectúa un resumen de las declaraciones hechas por el Primer Ministro Italiano, Mario Monti, sobre la relación entre el Estado y la Iglesia, en una entrevista a Radio Valticana y L´ Osservatore Romano.
En primer lugar, el Premier quiso destacar que en un mundo globalizado la Iglesia puede constituir un puente para superar los egoísmos nacionales y fortalecer el sentido de una pertenencia que significa respeto, responsabilidad, solidaridad. “La tradición llega a ser identidad enriquecida, recurso, redescubrimiento de la comunidad como posibilidad de rescate para cualquier persona, historia y perspectiva de vida”.
En segundo lugar, a la pregunta si la crisis económica que afecta actualmente al Occidente podría ser originada por una crisis ética y de los valores, y si sobre ello incide también la secularización y el debilitamiento de las "raíces cristianas" de Europa, subrayó que las únicas respuestas eficaces frente a la pérdida de sentito que dicha crisis económica provoca en las personas son la justicia y la paz, por un lado; y por el otro dijo que para superar este momento crítico necesitamos “mirar para adelante con coraje y esperanza, pero también redescubrir nuestras proprias raíces.”
Además, comentó el renovado compromiso de los católicos en la política para el bien común, calificando el aporte de la Santa Sede y de la Conferencia Episcopal Italiana como “unos elementos propulsivos y criticos de relevancia fundamental”. Sin embargo, destacó que la religión necesita reafirmar su autonomía respecto a la política, si no quiere ser relegada a mera y teórica visión del mundo. También quiso citar lo que dijeron al respecto tanto el Papa como el Presidente italiano, Giorgio Napolitano, o sea, que la distinción entre el Estado y la Iglesia, sirve a reconocer la dimención social y pública del hecho religioso e, incluso, a promover la reciproca colaboración de las dos instituciones.
Al final, indicó que la formación y el desarrollo del sentido de responabilidad civil y moral es el aporte principal que la Iglesia puede brindar para sostener al Estado Italiano. Concluyó expresando que realmente la fe es un valor ante todo para vivir y compartir según el estilo y la sensibilidad propia de cada uno, dentro de un perímetro de libertad común a todos. Considero de extrema y perdurable actualidad -dijo- las palabras escritas por Joseph Ratzinger en 1968: "Tanto el creyente como el incrédulo, cada uno a su modo, comparten duda y fe. Ninguno puede escapar completamente a la duda, pero tampoco a la fe. Y quien sabe si no será justamente la duda la que llegue a ser el lugar de la comunicación".