El jueves 27 de octubre 2011, en la ciudad de Asís, se llevó a cabo la ‘Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo: Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz’, convocada por el Papa Benedicto XVI, y de la cual participó el embajador argentino ante Santa Sede, Juan Pablo Cafiero.
Asistieron aproximadamente 300 líderes religiosos, y representaciones de más de cincuenta países entre los cuales se encontraban Egipto, Israel, Pakistán, Jordania, Irán, Arabia Saudí y Filipinas.
Pero también, por primera vez, los agnósticos y ateos, en las voces de Julia Kristeva (lingüista, psicoanalista, filósofa y escritora); el filósofo italiano Remo Bodei; Guillermo Hurtado, filósofo mexicano y el economista austríaco Walter Baier.
Entre los pasajes del discurso pronunciado por el Papa Benedicto XVI, se destacan las siguientes reflexiones:
1. Ante todo, una decepción por lo que ha acontecido en los últimos 25 años desde el primer encuentro motivado por Juan Pablo II: “Desgraciadamente (...) el mundo de la libertad se ha mostrado en buena parte carente de orientación, y muchos tergiversan la libertad entendiéndola como libertad también para la violencia.”[1]
2. Por otro lado, denunció el terrorismo en nombre de la religión: “Aquí, la religión no está al servicio de la paz, sino de la justificación de la violencia. (...) Los representantes de las religiones reunidos en Asís en 1986 quisieron decir – y nosotros lo repetimos con vigor y gran firmeza – que esta no es la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción.”
3. Y consecuentemente con la reflexión anterior, el Papa hizo un reconocimiento público de la vergüenza que ha significado para los cristianos el abuso de los principios de su religión para justificar la violencia a lo largo de la historia: “Es absolutamente claro que éste ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza.”
4. Para terminar marcando otra faceta del terrorismo, como “(...) consecuencia de la ausencia de Dios, de su negación, que va a la par con la pérdida de humanidad”[2], y que explica el porqué de la presencia (por decisión e invitación del Papa) de los agnósticos y ateos en dicho encuentro: “(...) personas a las que no les ha sido dado el don de poder creer y que, sin embargo, buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios.”; e interpela de esta manera a los creyentes, “estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia destructora del derecho.”
Finalmente, el Embajador Juan Pablo Cafiero, en declaraciones a Radio Vaticana sobre el valor de la reunión de Asís y sus frutos concretos, retomando las palabras del Papa, quiso destacar la importancia del compromiso de los católicos para el bien común: “el mensaje del propio Jesucristo que nos ha dicho a todos los cristianos cual era nuestro rol y nuestro papel en la humanidad, y ese papel (...) nos ha puesto esta obligación que nosotros la llevamos adelante con carácter de compromiso muy alto que es la obligación por construir la paz. La paz es fruto de la justicia; como dijo Paulo VI en su momento, << la justicia está en manos de todos nosotros; en poder construirla con solidaridad todos los días>>”.